La diabetes, junto con la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, es una las enfermedades crónicas que más impacto tiene sobre la salud de la población en países desarrollados económicamente, así como en el coste de los sistemas nacionales de salud. Las políticas de salud pública conducentes a mejorar los hábitos alimentarios, toman así, gran relevancia a la hora de prevenir y controlar las enfermedades crónicas.
Los patrones alimentarios ricos en alimentos de origen vegetal, frescos y poco procesados, como las frutas y hortalizas, legumbres, granos enteros, etc., han demostrado jugar un papel clave en la reducción de factores de riesgo que se asocian a las enfermedades crónicas más prevalente. Así, el seguimiento de la dieta mediterránea y otros modelos como el DASH (enfoque dietético para la contención de la hipertensión) o la AHEI (índice alternativo de alimentación saludable) han demostrado una reducción significativa del riesgo de padecer diabetes y sus complicaciones.
Por otra parte, en este boletín se muestran los resultados de varios estudios en los que el incremento del consumo de frutas frescas se asoció con un menor riesgo de diabetes y sus complicaciones, así como de así como de la mortalidad total y otras enfermedades crónicas. Por eso no es de extrañar que algunas iniciativas para la prevención y control de la diabetes se basen en la prescripción médica de frutas y verduras en los centros de salud.
Fuente: extracto del boletín nº 32 - GFAVNL
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