El patrón alimentario es determinante de nuestro estado de salud, y la calidad de la dieta no solo depende de un grupo de alimentos, por muy nutritivo que sea, sino de la adecuada combinación de todos ellos en la cantidad y frecuencia ajustada a nuestras necesidades fisiológicas.
El consumo de frutas y hortalizas se asocia a la reducción de factores de riesgo de enfermedades crónicas, y dado su amplio y variado aporte de nutrientes y bioactivos, también al buen funcionamiento de los distintos órganos y sistemas. La salud ósea se asocia no solo a una alimentación saludable, sino también a un estilo de vida activo. Tradicionalmente, el calcio y la vitamina D, han sido los nutrientes clave asociados a los lácteos, pero la evidencia científica muestra que otros alimentos también juegan un papel fundamental, tales como las frutas y hortalizas, frutos secos o cereales integrales.
Otros nutrientes claves para la salud ósea presentes en las frutas y hortalizas son la vitamina K, el magnesio, manganeso y la vitamina C, nutrientes clave para el funcionamiento normal de los huesos. Sin embargo, es el patrón alimentario el que termina teniendo un efecto sobre la salud, más que un grupo de alimentos o sus nutrientes destacados.
Así, estudios recientes asocian el seguimiento de patrones de alimentación saludables como la dieta mediterránea, con una mejor salud ósea en adultos. La dieta mediterránea se caracteriza por un consumo abundante y diario de frutas y hortalizas, además de otros alimentos frescos y poco procesados de origen vegetal. El grupo de Julian C., et al., 2018 evaluó cómo influía ese patrón en la salud ósea de los adolescentes, hallando que solo las frutas y hortalizas, los frutos secos y las cereales, se asociaron a un mayor contenido mineral óseo en este grupo de población.
Los estudios también asocian este patrón rico en frutas y verduras, con menor riesgo de factura de cadera, atribuyendo parte de ese beneficio a la riqueza en vitaminas, minerales, fibra y fitoquímicos, antioxidantes, etc., aportados por los alimentos. Otros, sin embargo, han explorado este tipo de dietas basadas en vegetales, con el riesgo de osteoporosis, muy elevado en las mujeres tras la menopausia, hallando un menor riego, posiblemente debido al alto contenido en sustancias bioactivas, como los polifenoles, potasio, magnesio, vitaminas C y K, que podrían facilitar la reconstrucción de la matriz ósea y reducir su resorción.
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