Asociación para la Promoción del Consumo de Frutas y Hortalizas '5 al día'
Newsletter Científico OCTUBRE 2022

EDITORIAL

Los programas de intervención que intentan modificar los hábitos personales a menudo obtienen resultados nulos o muy modestos, son muy costosos y su repercusión se produce básicamente en los sujetos alcanzados por el programa. Por este motivo, el interés por el estudio del efecto de los factores ambientales sobre la alimentación se ha ido incrementando en los últimos años. A partir de la información obtenida se pueden realizar intervenciones comunitarias que corrijan estos factores ambientales para influir así sobre la alimentación de toda la población. El estudio de Pinho et al. (2018) estudia las barreras percibidas para una alimentación saludable en 5 países europeos, ninguno mediterráneo. Los consumidores indicaron la “fuerza de voluntad”, “alimento poco apetecible” y “precio elevado” como barreras para un mayor consumo de frutas y hortalizas, especialmente en el caso de personas jóvenes y mujeres. Mejorar el sabor, el entorno alimentario y el precio serian puntos clave para incrementar el consumo. Justamente, el estudio de Carvalho et al. (2017) se centra en la influencia del entorno alimentario sobre el consumo de frutas y hortalizas en Brasil. Se concluye que las zonas de mayores ingresos presentaban mayores consumos y una mayor concentración de oferta comercial, mientras que en las zonas de menores ingresos ocurría lo contrario. La propuesta de los autores se centra en intervenir para incrementar la oferta comercial. Es interesante observar cómo en diferentes estudios los entornos desfavorecidos parecen influir negativamente en el consumo de frutas y hortalizas. El estudio de Bel-Serrat (2021) mediante una revisión de estudios de EE.UU., Australia, Irlanda y Nueva Zelanda en adolescentes de entornos desfavorecidos concluye que las intervenciones para mejorar el consumo de frutas y hortalizas en este segmento de población deberían orientarse a la participación activa de los adolescentes y sus pares más que centrarse exclusivamente en la educación nutricional. Para otros determinantes (se estudian hasta 39 diferentes) no se pudieron extraer conclusiones.  La adolescencia es una época de cambios importantes en la cual muchas decisiones se desligan de la influencia paterna, entre ellas los alimentos consumidos, y pasan a verse muy influenciadas por modas y el entorno personal de amistades. Pero el momento más adecuado para crear los cimientos de unos hábitos saludables es en la infancia. El papel de los entornos alimentarios escolares en los hábitos alimentarios de los niños es revisado en un metaanálisis por Micha et al. (2018). A partir de la revisión de 91 estudios concluyeron que la entrega directa de frutas y hortalizas en la escuela incrementó su consumo en 0,27 raciones/día. Las guías de comedores escolares que enfatizan los entornos saludables consiguen incrementar el consumo en 0,76 raciones/día, aparte de reducir el consumo de grasas, saturados y sal. Los autores concluyen que las políticas orientadas a mejorar los entornos alimentarios escolares son eficaces en la promoción del hábito de consumo de frutas y hortalizas.

Andreu Farran Codina

Profesor de Nutrición y Bromatología. Universidad de Barcelona

Miembro del Comité Científico de la Asociación 5 al día

Información impresa de la página: https://www.5aldia.org/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=12774&te=1666&idage=16862&vap=0

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