En este patrón, las frutas y verduras, así como los alimentos frescos de origen vegetal, son elementos clave, por su menor impacto medioambiental en comparación con la producción de alimentos de origen animal y ultra procesados, independiente ente de si naturaleza.
Un estudio reciente que evaluó el impacto ambiental de las recomendaciones de las guías alimentarias francesa, demostró que, aunque las recomendaciones estaban alineadas con el concepto general de dieta sostenible, a medida que aumentaba la adherencia a las guías, también lo hacia el coste de la alimentación. Esto podría ser una barrera para los grupos más vulnerables y contribuir a incrementar la inequidad en salud y alimentación.
La experiencia del equipo italiano liderado por Marika Ferrari demostró en su modelo teórico que las modificaciones del patrón alimentario de la población italiana, mediante la ingesta diaria de al menos 500g de frutas y verduras, así como de legumbres, a la vez que se reduce el consumo de carnes y sin modificar el de lácteos, sería compatible con la promoción de dietas saludables y sostenibles.
Por su parte, el equipo danés liderado por Anne D. Lassen, propone una transición dietética donde se incremente el consumo de verduras de color verde oscuro y rojo/naranja, legumbres, frutos secos y frutas variadas con énfasis en las bayas, así como en cereales integrales y tubérculos. Así mismo, ese modelo saludable y sostenible, requería que la población danesa redujera el consumo de carne de ternera, de alimentos superfluos, alcohol y ultra procesados.
